domingo, 27 de noviembre de 2011

¡Adviento es tiempo de escuchar!

Hablar es cosa fácil, no así el Escuchar

Sin duda por eso nos dio el Señor dos orejas pero sólo una lengua.

Oír como quien oye llover. Oír campanas sin saber de dónde, también resulta sencillo.

No así lo de Escuchar

Ponerse a la Escucha de alguien es, en primer lugar, rechazar todo lo que puede distraer

nuestros oídos, nuestra mente, nuestro espíritu.

Escuchar es acallar los tumultos interiores, apartar las fascinaciones de exterior, alejar las interferencias que dispersan la atención y distorsionan la palabra que el otro me dirige.

Escuchar es hacer un silencio lo suficientemente denso como para que yo grite desde él: ¡Ahora tú eres mi centro!, ¡Mi meta!, ¡Mi carrera me lleva únicamente a ti!

Ponerse a la Escucha de alguien es apartar la mirada de uno mismo y volverse hacia el otro, llegar al cara a cara, como diciendo: ¡Aquí estoy¡ ¡No existe para mí ningún otro interés! ¡Estoy listo para percibir hasta el susurro de tu palabra!

Escuchar equivale a acoger. A abrir de par en par todas las puertas tras de las que uno se guarda. A derribar tanta alambrada y frontera tras de las que nos parapetamos.

Escuchar a alguien es descuidarme a mí y preferir al otro. Es preferir al que está ahí, ante mí; y acogerlo con su saco atestado de ropa más o menos limpia, pero que es la suya. Es aceptar que entre en mí, es recibir al otro, con sus sueños y sus deseos; con sus gustos y disgustos; con sus filias y sus fobias. Es prever que va a desordenar los estantes tan cuidadosamente ordenados de mi existencia; es cederle el sitio; es ofrecerle las llaves de la casa, como diciéndole: “Tu presencia me lo va a poner todo patas arriba; pero corro el riesgo: ¡te escucho! ¡Las palabras que me digas serán para mí espíritu y vida”.

Adviento es el tiempo de la Escucha porque es el tiempo en el que, lentamente, asimilamos esa Palabra que ha venido a habitar entre nosotros.

Adviento es el tiempo en el que todos los que Escuchan la Palabra aprenden a cambiar sus tinieblas en claridad. El tiempo en el que, poniéndose a su escucha, se arriesgan a hacer un camino hacia la luz. Adviento es el tiempo en que los hombres Escuchan al Señor por el altavoz de cada prójimo. Es cuando todo lo que endurece los corazones se derrite ante el calor del Evangelio. Es cuando saltan a la boca de uno palabras nuevas y al corazón de uno sentimientos nuevos y a la conducta de uno actitudes nuevas... Así nace el Otro en uno. Por eso, porque…

Lectura del Evangelio: Mt 11. 2-11

DIALOGO ENTRE EL HOMBRE Y DIOS

HOMBRE: ¿Cuánto me quiere Dios?

DIOS: Mucho más que la vela quiere al viento,

más que el mar quiere al agua y la sal,

mucho más que el cristal quiere a la lluvia,

te quiero mucho más

Mucho más que el espacio quiere al tiempo,

que el calor necesita del sol,

mucho más que la huella quiere al suelo,

te quiero mucho más.

HOMBRE: Y yo sin saberlo casi

DIOS: y tu casi sin saber

HOMBRE: los dos somos más que todo, los dos, mucho más

DIOS: Mucho más, que te ames a ti mismo

HOMBRE: Mucho más que me quiero yo a mí

DIOS: Más que el fin puede amar a su principio te quiero mucho más,

HOMBRE: te quiero mucho más.

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