sábado, 28 de enero de 2012

Domingo IV del Tiempo Ordinario. Ciclo B

Las fiestas de Navidad terminaron con la celebración del bautismo de Jesús, que supuso el final de su vida escondida y el inicio de su vida pública. El domingo siguiente (II del Tiempo Ordinario), el evangelio nos habló de algunos discípulos de Jesús (y yo os mandé unas reflexiones sobre la vocación). El domingo III del Tiempo Ordinario (la semana pasada), el evangelio hablaba de la actividad de Jesús, que era –ante todo– un predicador, que anunciaba la llegada del reino de Dios (os mandé una reflexión sobre ese tema). Hoy el evangelio habla de otra actividad de Jesús, también importantísima, sobre la que vamos a reflexionar: La victoria sobre el mal.

En nuestros días, no está de moda hablar del demonio. Incluso, muchas veces, en los estudios sobre Jesús se pasa por alto este tema. Y, sin embargo, los evangelios testimonian abundantemente la oposición del diablo a la actividad de Jesús y la victoria de Jesús sobre el maligno. Los episodios de exorcismos son demasiado numerosos como para ignorarlos.

¿Quién es el demonio? En el Antiguo Testamento, los términos Satanás, demonio o diablo aparecen raramente. En el libro de Job, por ejemplo, aún no está clara su identidad, pero Satanás se manifiesta como el acusador del hombre ante Dios. Por eso, más tarde, el Apocalipsis lo presentará como «el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche ante nuestro Dios» (Ap 12,10). En realidad, acusando al hombre, pretende ofender a Dios. Le dice que esa criatura, que Él ha formado a su imagen y semejanza, en la que ha depositado su amor, es una criatura miserable; que se ha equivocado al hacerla y al confiar en ella. Para demostrar su tesis, despoja a Job de sus bienes y de su salud, esperando que así se rebele contra Dios, aunque falla en su propósito. A su manera, este libro ya testimonia que el poder del diablo no es absoluto y que puede ser vencido.

El misterio del maligno se fue clarificando progresivamente, especialmente a la luz de dos relatos: la tentación de los primeros padres (Gen 3) y cuando se afirma que la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo (Sab 2,23-24). En tiempos de Jesús, todos creían en ellos y en que causaban daño a los hombres. Incluso les hacían responsables de las enfermedades y de otras desgracias. El Catecismo (nn. 391-395) lo presenta así: «Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gen 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sab 2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo […] La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2Pe 2,4). Esta “caída” consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su reino […] La Escritura atestigua la influencia nefasta de aquel a quien Jesús llama “homicida desde el principio” (Jn 8,44) y que incluso intentó apartarlo de la misión recibida del Padre (cf. Mt 4,1-11) […] Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero siempre criatura: no puede impedir la edificación del reino de Dios».

En el Nuevo Testamento, las referencias al demonio van siempre unidas a la persona y actividad de Jesucristo, como representantes de dos mundos totalmente distintos; con la certeza de que donde está el uno no hay sitio para el otro. Por supuesto, el más fuerte de los dos es Jesús, que lo vence y expulsa.


Al respecto, es muy significativa la curación del endemoniado de Gerasa. El acontecimiento tiene lugar fuera del territorio de Israel. Jesús expulsa los demonios de un pagano que vivía en el cementerio, incapacitado para relacionarse con los demás y haciéndose daño a sí mismo (imagen de los que viven alejados del Dios verdadero), los envía a la morada más humillante para un judío (a los cerdos, considerados animales inmundos, que causaban en los judíos la misma sensación de asco que las ratas entre nosotros. De hecho, la mayor humillación del hijo pródigo es que terminó en un país extranjero, cuidando cerdos, una vez que se alejó de su padre. Cuando comprendió su triste situación, se decidió a regresar a su tierra, a la casa paterna) y los hace precipitarse en el abismo, acabando con ellos (Mc 5,1-20).

El mismo Jesús explica que su victoria sobre el mal es la manifestación de la llegada del reino de Dios: «Si expulso los demonios con el poder de Dios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios» (Mt 12,22-28). San Pablo cantará gozosamente: «Si Jesús ha vencido al mal, ¿quién nos puede separar del amor de Dios? Nada ni nadie» (cf. Rom 8,31-35). El Catecismo (n. 550) reflexiona así sobre el tema: «La venida del reino de Dios es la derrota del reino de Satanás (cf. Mt 12,26): “Si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mt 12,28). Los exorcismos de Jesús liberan a los hombres del dominio de los demonios (cf. Lc 8,26-39). Anticipan la gran victoria de Jesús sobre “el príncipe de este mundo” (Jn 12,31). Por la cruz de Cristo será definitivamente establecido el reino de Dios: “Dios reinó desde el madero de la cruz”, [Venancio Fortunato, Himno Vexilla Regis])».

P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

viernes, 27 de enero de 2012

Muere Morelia Suárez


En 1987, por iniciativa de Morelia Suárez, laica comprometida y con el deseo de vivir y emprender la Espiritualidad Palautiana, se plantea y da a conocer a la Provincia “Sagrado Corazón” de Medellín, la conveniencia de configurar una asociación que se denominaría Carmelo Misionero Seglar; la Provincia acoge la propuesta y se dan los primeros pasos en la organización del grupo.

Con profunda tristeza queremos compartir con todos vosotros el fallecimiento de la ideóloga e impulsora del CMS a nivel internacional MORELIA SUÁREZ ORTIZ, perteneciente a la Provincia Sagrado Corazón de Jesús (Medellín – Colombia).
Los hechos sucedieron el Domingo 22 de Enero de 2012, a las 13:30 del día, cuando Morelia estaba en pleno apostolado parroquial, llevando la Sagrada Comunión a los enfermos del Barrio San Javier y desafortunadamente fue atropellada por una motocicleta, que le causó la muerte.

El tener a Morelia Suárez entre nosotros, en la Asamblea Anual de este año en Lleida, ha sido un gran regalo, su testimonio y experiencia nos dieron a todos una gran fuerza para continuar nuestro camino dentro de la espiritualidad del Carmelo. Nos gusta pensar que de algún modo su visita a España fue la manera que tuvimos de devolverle una parte del maravilloso don de la alegría y la pasión con que vivía y nos contagiaba y sobre todo su mayor regalo, el CMS.

Tenemos el consuelo que Morelia pudo cumplir un sueño, visitar muchos de los lugares donde vivió F. Palau, sobre todo Es Vedrá, y el gozo que manifestó por haber podido visitarlos, algo que nunca, ni siquiera imagino que pudiera sucederle, se iba con la sensación del trabajo bien hecho, de la cercanía y la universalidad del CMS.
Esperamos y confiamos que ahora podrá estar más cerca del Padre y entre los dos animar el CMS, que con tanta ilusión y tesón inició.

El pasado jueves día 26 a las 7 de la tarde en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, de Molina de Segura, se celebró una Eucaristía, dando gracias a Dios por todo lo que ha significado la vida de Morelia y su entrega a la Iglesia. El próximo sábado 4 de febrero a las 7 de la tarde en la comunidad de las Carmelitas Misioneras de la c/Immaculada de Barcelona celebraremos una Eucaristía por Morelia, en todos y cada uno de los grupos se celebrarán eucaristias y oraciones por nuestra querida hermana.


CMS EUROPA

domingo, 22 de enero de 2012

Domingo III del Tiempo Ordinario, ciclo B



«Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15).

El evangelio de este domingo nos ofrece una primera presentación de la actividad pública de Jesús, que predica la buena noticia de la cercanía de Dios y de su reino, invitando a la conversión. Todos los evangelistas insisten en que Jesús era, ante todo, un predicador. Ésa es su principal actividad y lo que mejor le caracteriza. Su predicación se inicia después del Bautismo y de su estancia en el desierto, cuando anuncia (como Juan antes que Él) la llegada del reino de Dios. El núcleo de las enseñanzas de Jesús es el «reino de Dios», expresión que aparece 122 veces en el Nuevo Testamento, de las cuales 90 en boca de Jesús. Casi todas sus parábolas hablan de ese reino y a Él le acusaron de falso rey, poniendo sobre la cruz un cartel con la escritura: «Jesús nazareno, rey de los judíos».

Es importante empezar recordando que tanto la palabra hebrea malkut como la griega basileía no significan el lugar donde gobierna un rey (el reino de España, por ejemplo), sino el ejercicio de la soberanía por parte del rey. Por lo que «reino de Dios» se puede traducir por «reinado de Dios, señorío de Dios, actuación de Dios». ¿En qué consiste ese señorío de Dios sobre el mundo? El Antiguo Testamento insiste en que Dios es rey y explica que su señorío se manifiesta, principalmente, en la creación y en la historia de la salvación, ya que liberó a Israel de la esclavitud y, en los momentos difíciles, repite la experiencia salvadora del Éxodo. De hecho, su reinado y su salvación coinciden: «El Señor hace pública su salvación, su amor y su fidelidad […] Todos los confines de la tierra verán la victoria de nuestro Dios […] que llega para reinar en la tierra. Regirá el orbe con justicia y a los pueblos con rectitud» (Sal 98 [97]). Por eso, la llegada del reino es buena noticia, es evangelio: «¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena noticia y proclama la salvación, que dice a Sión: Ya reina tu Dios!» (Is 52,7).

En tiempos de Jesús, el reino de Dios era interpretado de manera distinta por los varios grupos del judaísmo. A pesar de las diferencias, todos admitían su significado religioso, que implicaba el señorío de Dios sobre Israel y sobre el mundo, la manifestación clara de su voluntad sobre los hombres y el establecimiento de su justicia, que debía premiar a los que se han mantenido fieles y castigar a los que han abandonado su alianza (este último punto se ve muy claro en la predicación de Juan Bautista). Al mismo tiempo, la mayoría coincidía en que el señorío de Dios iría unido al restablecimiento del reino de David, a la reunificación de las doce tribus, a la renovación de la alianza, a la liberación de la opresión romana y al dominio de Israel sobre los otros pueblos. Jesús, con su predicación, explica su comprensión particular del reino, que en parte coincide con las esperanzas de sus contemporáneos y en parte no.

Jesús dice que el reino de Dios «ha llegado ya» (Mt 4,17; Lc 10,9s). Por eso son dichosos los que pueden ver lo que tantos justos del pasado han deseado sin conseguirlo (Lc 10,23s). La predicación de Jesús anuncia el reino e instaura el reino. Por medio suyo, «los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia» (Mt 11,5). Jesús predica el evangelio y es el evangelio. Las parábolas del sembrador, los invitados al banquete de bodas, los viñadores homicidas... descubren la relación entre Jesús y el reino: Él es el sembrador y la semilla es su predicación; Él es el esposo y el banquete se prepara para celebrar su presencia entre nosotros; Él es el Hijo enviado por el dueño de la viña para reclamar los frutos… Todas las parábolas subrayan la íntima relación existente entre el reino y la persona de Jesús.

La palabra de Jesús descubre que entrar en el reino es adherir a su persona; por eso son «dichosos los que sufren por mi causa» (Mt 5,11) y también «dichosos los que no se escandalicen de mí» (Mt 11,6). Esto desconcierta. Unos le siguen entusiasmados y otros deciden acabar con Él. Su originalidad está en que no se limita a comentar las enseñanzas de Moisés, como los sabios y los escribas. Habla en nombre de Dios, como los profetas, pero lo hace con autoridad propia (Mc 1,22) y se atreve a corregir a Moisés: «Se os ha dicho... pero yo os digo» (Mt 5,22). Nos encontramos ante el escándalo de una palabra humana que se presenta como Palabra de Dios; o mejor, como la Palabra de Dios. Por eso, le preguntan: «Tú, ¿con qué autoridad haces eso?» (Mt 21,23-27). Los judíos piden continuamente a Jesús una prueba de que su predicación viene de Dios y no es un invento suyo.

La palabra de Jesús ayuda a comprender el significado de sus acciones y de su misma persona. Lo vemos con claridad en un acontecimiento situado al inicio de su vida pública: Al comentar un texto de Isaías que habla de la llegada del mesías (Is 61), Jesús dice: «Hoy se está cumpliendo esta palabra» (Lc 4,16-30). Sus compatriotas se quedaron asombrados. A pesar de haber vivido tantos años con Él, no se imaginaban que fuera un profeta. Menos aún que en Él se hiciera presente la salvación. Su palabra revela lo que su presencia no había descubierto todavía: con Él se establece el reino de Dios, los tiempos mesiánicos han llegado (cf. Lc 7,22).

En el Padre Nuestro, Jesús enseña a pedir a Dios que venga su reino; es decir, que Él mismo sea nuestro rey, que establezca sus leyes justas y buenas, que realice su proyecto de salvación prometido desde antiguo. Este reino de Dios, que «es justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rom 6,12) ya ha empezado con la manifestación de Cristo en nuestra carne. Por eso, san Pablo dice que «ahora ha aparecido ya la bondad de Dios nuestro salvador y su amor a los hombres […] por Jesucristo nuestro salvador» (Tit 3,4ss). Pero este reino aún es solo una semilla que debe crecer, un poco de levadura en la masa. Solo se mostrará en plenitud al final de los tiempos. Precisamente por esto, debemos vivir ya una vida nueva, conforme a lo que Dios quiere de nosotros, para ir preparando con nuestra vida la plenitud final: «Porque se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres. Ella nos enseña a renunciar a la vida sin religión y a los deseos del mundo, para que vivamos en el tiempo presente con moderación, justicia y religiosidad, aguardando nuestra bienaventurada esperanza: la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tit 2,11ss).

El reinado de Dios coincide con la plena realización del proyecto de Dios, «que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tim 2,4). Cuando se realice, podremos cantar con los redimidos: «Ya reina el Señor, nuestro Dios todopoderoso» (Ap 19,6). Entonces escucharemos de labios de Jesús las palabras más consoladoras que se pueden oír: «Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo» (Mt 25,34). «Entonces, en el reino de su Padre, los justos brillarán como el sol» (Mt 13,43). El Catecismo habla detenidamente del tema: «“Cristo, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos” (LG 3). Pues bien, la voluntad del Padre es “elevar a los hombres a la participación de la vida divina” (LG 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo, Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia, que es sobre la tierra “el germen y el comienzo de este reino” (LG 5) […] Todos los hombres están llamados a entrar en el reino. Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10,5-7), este reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones (cf. Mt 8,11; 28,19). Para entrar en él, es necesario acoger la palabra de Jesús […] El reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir, a los que lo acogen con un corazón humilde» (nn. 541-544).

P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

domingo, 15 de enero de 2012

Domingo II del Tiempo Ordinario, ciclo b


“Le preguntaron: -Maestro, ¿dónde vives? Él les respondió: -Venid y lo veréis. Ellos fueron y se quedaron con Él” (Jn 1,38-39).

Después de las celebraciones navideñas, la liturgia de hoy nos habla del seguimiento de Cristo. El niño que nació en Belén no es un recuerdo del pasado. Sigue vivo y nos llama para que le sigamos, para que estemos con Él y para que colaboremos con Él en la salvación del mundo. Igual que llamó a Juan y Andrés (evangelio), del mismo modo que llamó a san Francisco o a santa Teresa, nos llama a nosotros, me llama a mí.

Jesús llama a todos. Pero, ¿para qué nos llama?, ¿qué quiere de nosotros? En primer lugar nos llama para que estemos con Él, para que seamos sus amigos, miembros de su familia, para darnos su perdón, su paz, su vida. Este es el proyecto de Dios sobre cada ser humano, tal como dice san Pablo: “A los que Dios conoció de antemano, los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que Él fuera el Primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, también los llamó; y a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó” (Rom 8,29-30). Todos hemos sido conocidos por Dios desde siempre y todos hemos sido destinados a unirnos a Cristo, a formar en nosotros su imagen, a vivir de su vida. Pero Dios es un caballero y respeta nuestra libertad. Podemos acoger su invitación y podemos rechazarla. Podemos secundar su proyecto o podemos malograrlo.

Dios también nos llama para que colaboremos con Cristo en la salvación del mundo. Cada uno recibe una misión en el Cuerpo de Cristo a favor del bien común. Unos pocos son llamados a seguir a Cristo más de cerca, en el sacerdocio o en una vida de especial consagración, pero todos son llamados a colaborar con Él, cada uno según sus capacidades. Aunque es un poco exagerada, en cierto sentido es verdadera la oración que dice: “Jesús, tú no tienes manos; tienes solo nuestras manos para construir un mundo nuevo donde habite la justicia. Señor, tú no tienes pies; tienes solo nuestros pies para poner en marcha a los hombres por el camino de la libertad. Señor, tú no tienes labios; tienes solo nuestros labios para proclamar al mundo la Buena Noticia de tu Evangelio. Señor, tú no tienes medios; tienes sólo nuestra acción para lograr que todos los hombres sean hermanos…” Hoy Jesús actúa normalmente por medio de hombres y mujeres que colaboran con Él, que aceptan ser sus manos y sus pies y su boca… y también sus miembros doloridos en los que se prolonga su pasión redentora.

Y ¿cómo nos llama?, ¿qué medios usa para que llegue a nosotros su voz? Él utiliza muchos caminos, porque se adapta a nuestra sensibilidad, a nuestras capacidades, a nuestra psicología… A algunos los llama de niños (como a Samuel), a otros de jóvenes (como a Jeremías) y a otros de ancianos (como a Moisés, que fue invitado a sacar a Israel de la esclavitud cuando ya tenía ochenta años). Hay quien siente la llamada sin saber quién le habla (como Samuel en la primera lectura de hoy), hay quien se acerca a Jesús de propia iniciativa (como los apóstoles del evangelio de hoy), hay quien comprende en seguida cuál es su vocación personal y hay quien fatiga durante mucho tiempo hasta aclararse. Incluso hay quien nunca tiene totalmente claro qué le pide Dios en concreto.

Santa Teresita del Niño Jesús sufría tremendamente porque no terminaba de saber cuál era su misión específica en la Iglesia. Se sentía llamada a ser misionera, a ser sacerdote, a ser madre, a ser mártir… Finalmente descubrió su verdadera vocación, que se identificaba con su identidad más profunda, aquello para lo que había sido creada: «Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que san Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en todos ellos. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una palabra, que el amor es eterno. Entonces, llena de una alegría desbordante, exclamé: “Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré todo, y mi deseo se verá colmado”». De una manera o de otra todos estamos llamados a ser el amor en el corazón de la Iglesia. El Señor nos lo conceda. Amén.

Una hermosa versión musicalizada del texto de santa Teresita:

http://www.youtube.com/watch?v=cxGGBL0cEjI

Otra versión también preciosa, pero en una grabación de menos calidad:

http://www.youtube.com/watch?v=j5a_fATdhiE


P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.


viernes, 13 de enero de 2012

BUÑOLADA SOLIDARIA


Dios mueve, prepara y dispone nuestro corazón y le hace ágil y pronto en las cosas de su servicio. Cat. I, 32

F. Palau


¡Hola Amig@s del CMS!

La Plaza de Ntra. Sra. del Carmen de Trigueros, este año 2012 ha sido un verdadero espectáculo, una explosión de alegría, llena a rebosar de personas degustando los famosos buñuelos, junto con la chocolatada, ya que el grupo CMS Trigueros tuvo la feliz idea de organizar nuestra conocida y famosa BUÑOLADA SOLIDARIA, el día 5 de enero, fiesta de la ilusión con la Tradicional Cabalgata de los Reyes Magos, día que mayores y pequeños están en la calle.

Los beneficios se destinarán a un proyecto de misión. Como ya sabéis el proyecto común para este año, continua siendo un proyecto de la ONG PROKARDE.

¡Felicidades a todo el Grupo! por vuestro esfuerzo, por vuestro trabajo y por vuestra alegría trabajando para los demás.

Sois estupendos, miembros unidos, activos y comprometidos, por vuestro esfuerzo, por vuestro trabajo y por vuestra alegría trabajando para los demás.

A todos los que habéis hecho posible que este evento haya sido un GRAN ÉXITO.

A un público solidario, que ha sabido, valorar y animar a nuestro grupo CMS, sin el cual no hubiera sido posible esta BUÑOLADA.

Por todo esto, GRACIAS, MUCHAS GRACIAS a todos por vuestro gesto solidario.

CMS Trigueros

jueves, 5 de enero de 2012

FELIZ FIESTA DE EPIFANÍA 2012


Donde el 6 de enero es festivo, se conserva esta fecha para celebrar la fiesta de la Epifanía y el domingo siguiente la del bautismo de Jesús. Donde el 6 no es festivo, la Epifanía se celebra el domingo después de Santa María, Madre de Dios (este año, el 8 de enero) y el bautismo del Señor el lunes siguiente (el día 9).

Epifanía es una palabra griega que significa “manifestación”. Efectivamente, en ella celebramos que Dios se ha manifestado en Cristo, que ha venido a nuestro encuentro, que se ha revelado. De manera especial se manifestó a los pastores de Belén (primicia del pueblo judío que adora a Jesús) y a los magos de Oriente (primicia de los pueblos paganos, de los no judíos que también están llamados a la salvación). En realidad toda la vida terrena de Jesús fue una manifestación del amor de Dios. Ante todo, Jesús es el “revelador” del Padre, “la imagen visible del Dios invisible” (Col 1,15), tal como afirma san Pablo.

La fiesta de hoy nos muestra, una vez más, la esencia del cristianismo: Durante siglos, el ser humano ha buscado conocer a Dios. Del deseo de Dios que arde en el corazón humano surgieron todas las religiones. Como dice san Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. El deseo de Dios responde al fin para el que fuimos creados, ya que Dios nos hizo a su propia imagen y semejanza, con capacidad de entrar en comunión con Él, para comunicarnos su vida, para hacernos miembros de su familia. Desde entonces, el hombre ha buscado a Dios. Sin embargo, Dios es más grande que todo lo que el hombre puede explicar, que todo lo que puede experimentar, que todo lo que puede imaginar. En principio, Dios es inalcanzable para el hombre. El hombre lo desea y lo necesita, pero no puede comprenderlo ni alcanzarlo solo con sus fuerzas.

Sin embargo, Dios no nos da deseos irrealizables. Nos ha creado con capacidad de infinito y no puede permitir que se frustre su proyecto, lo que sucedería si no alcanzáramos el fin para el que fuimos creados. Por eso, “al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su propio Hijo, nacido de una mujer” (Gal 4,4), “hecho semejante en todo a nosotros” (Flp 2,7) “menos en el pecado” (Heb 4,15). Él (Jesús) es el revelador definitivo. Todo lo que las religiones intuían (a veces con más acierto, a veces con menos), lo bueno, lo hermoso y lo verdadero que el hombre buscaba, sin saber exactamente dónde encontrarlo, se ha manifestado en Cristo. El cristianismo no es, pues, una religión más, en la que los hombres buscan a Dios y hablan de Él. El cristianismo es, ante todo, el misterio de Dios que busca al hombre y le habla en Cristo. Por eso afirma san Juan: “A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer” (Jn 1,18). Todas las anteriores revelaciones de Dios eran parciales (la Escritura dice que Moisés, el mayor amigo de Dios en la antigüedad, solo pudo ver “sus espaldas”; es decir, que pudo experimentar algo pequeño y secundario de Dios). Pero, en el momento definitivo, Dios ha entrado en nuestra historia, se ha hecho “comprensible” para nosotros, ha hablado un lenguaje humano, nos ha dejado ver su rostro.

Los días pasados hemos leído en la misa la primera carta de san Juan, que empieza así: “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida […]; eso que hemos visto y oído os lo anunciamos” (Jn 1,1ss). Esto es el cristianismo: hacer experiencia de la vida eterna, que se nos ha manifestado en Cristo. Ante todo, no es un conjunto de doctrinas o unas normas morales. En primer lugar, el cristianismo es Cristo, su gracia, su amor, su paz, su bendición. Las otras cosas vienen después.

Hermanos, Dios se ha manifestado en Cristo. Y lo ha hecho como amigo de los hombres, dulce y tierno, compasivo y misericordioso. Alegrémonos y démosle gracias. Bendigamos siempre su nombre: Señor Jesús, te bendigo, te alabo, te doy gracias porque nos has revelado el amor de Dios Padre, porque nos has manifestado su proyecto de salvación sobre nosotros, porque nos has convertido en miembros de tu familia, porque has derramado sobre nosotros tu Espíritu Santo. A ti la gloria y el honor por los siglos de los siglos. Amén.

Si alguien quiere profundizar en la historia y teología de la fiesta de Epifanía, puede leer el texto que envié el año pasado:

http://www.caminando-con-jesus.org/CARMELITA/ESDM/LAEPIFANIA.htm

Si alguien quiere profundizar en la historia y teología de la fiesta del bautismo del Señor, puede leer el texto que envié el año pasado:

http://www.caminando-con-jesus.org/CARMELITA/ESDM/ELBAUTISMO.htm

P. Eduardo Sanz de Miguel OCD

FELIZ DIA DE REYES

Que Jesús sea la estrella que oriente al mundo sigámosle”

“Venimos de Oriente para adorar al Rey” (Mt 2, 1-12)

(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Epifanía)

¿Cómo llenarme de algo que valga la pena?

Les contaré el cuento de “La casa llena”:

Un anciano de Etiopía, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo: Tengo muy poco para dividirlo entre tres. Daré todo lo que tengo al que se muestre más astuto y sagaz. Encima de la mesa hay una moneda para cada uno. Tómenla. El que compre con esa moneda algo que pueda llenar toda la casa, se quedará con todo. El primer hijo compró hierba seca, pero con aquella moneda sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El segundo compró sacos de plumas y tampoco la llenó por falta de dinero. El tercero sólo compró una vela. En la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz. Este último consiguió la herencia. Los Magos dejaron todo, y se fueron en busca de Jesús. Se llenaron de luz y esperanza por ver al Mesías. Ojala también nosotros nos llenemos de esa misma luz de Cristo. Vencieron muchos obstáculos: un largo viaje, muchas preguntas, la estrella que se esconde. La vida del creyente es también la historia de un viaje, un viaje de búsqueda de Dios. Si Dios viene a mi encuentro, yo también tengo que salir a su encuentro. Navidad es la cita del amor. En el amor verdadero siempre hay dos corazones latiendo al mismo ritmo. Navidad es la cita del amor de Dios con cada uno de sus hijos.

¿Quiénes eran los Reyes Magos?

Mateo los llama magos, que significa sabios. Eran una casta sacerdotal de Oriente (Siria, antigua Persia, Arabia), posiblemente seguidores de Zoroastro, y astrólogos, una ocupación de la gente culta. Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar se los fue dando la tradición. Ellos sintieron la llamada de Dios, y salen hacia la tierra judía y su capital Jerusalén, siguiendo una estrella, esperando encontrar allí más información.

¿Era realmente una estrella?

Algunos dicen que fue la conjunción de dos planetas. Es una estrella especial, distinta de las demás. Desaparece cuando los Magos llegan a Jerusalén, aparece cuando salen de ella, y se detiene sobre el lugar donde se encuentra el Niño. Estamos ante un suceso sobrenatural, pues s las estrellas no se detienen en sus órbitas.

¿Cómo recibieron a los Reyes Magos en Jerusalén?

Llegan preguntando: “Donde está el Rey de los judíos que ha nacido?” Habría que haber visto las caras de los habitantes de Jerusalén ante tan ingenua pregunta. Y no faltó algún espía, que informó inmediatamente a Herodes, rey de Jerusalén. Éste se asustó, y se sintió amenazado por el nacimiento de un posible rival. Piensa que él mismo es quien ha sido designado por Roma como «rey de los judíos». Por lo tanto, hay que acabar con el recién nacido. ¿Dónde está? Y llamó a los sacerdotes y letrados, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron. “En Belén de Judá”. Belén significa “casa del pan ”. Y con toda malicia se reunió en secreto con los magos, y les dijo. “Vayan a Belén, y cuando encuentren al Niño, avísenme para ir yo también a adorarlo” . Los magos salen de Jerusalén. Llegan a Belén (a 7 km de Jerusalén), adoran al Niño Jesús y le regalan oro, incienso y mirra: Oro como a un rey, incienso como a Dios, usado en el culto del templo (Éxodo 30:34), mirra como a alguien que morirá, aun en beneficio de todos; la mirra es una goma resinosa aromática, de la que se extraen perfumes y bálsamos. Cuando a Jesús lo estaban crucificando, le ofrecieron vino con mirra para anestesiar el dolor, pero no lo tomó. Ese mismo Viernes Santo Nicodemo traerá una mezcla de áloe y mirra para preparar el cuerpo de Jesús para su entierro (Juan 19:39-40). El sumo sacerdote usa la mirra como un aceite para ungir (Éxodo 30:23) y para consagraciones. Y ya se disponían a volver a Jerusalén estos Sabios de Oriente, cuando un ángel les avisa en sueños que no vuelvan a Herodes, sino que se vayan a su tierra por otro camino.

¿Realmente se dio la visita de los Reyes al Niño Jesús?

Muchos piensan que es una composición del evangelista para mostrar efectivamente la manifestación de la revelación a todos los pueblos. El relato se hace eco de varias profecías y alusiones de la Biblia: de reyes que vendrán trayendo regalos (Salmo 72:10, Isaías 60:6), etc. Todo ello se pone en forma de narración, y es uno de los episodios más bellos y exóticos de la infancia de Jesús, que ha alimentado la imaginación de niños y adultos. Pero lo de menos son los detalles de la narración. Lo que importa es el mensaje central.

¿Cuál es el mensaje central?

1 Lo importante aquí es la universalidad del mensaje cristiano. Los judíos se consideraban el pueblo, elegido. Pero Jesús viene a abrir las puertas a todos. Quiere hacer caer el muro de la separación y de la exclusión. La fiesta de hoy se llama “Epifanía, que significa “manifestación. Jesús quiere manifestarse a todos los pueblos, y quiere que todos nosotros seamos misioneros , que ayudemos a llevar la luz a todo el mundo. De pequeños todos hemos jugado a lanzar piedras en algún gran estanque. Y competíamos entre nosotros para ver quién hacía llegar más lejos la piedra resbalando sobre el agua, y por lo tanto quién hacía más ondas sobre el agua. Jesús fue, por así decir, como una piedra lanzada en Oriente . La primera onda alcanzó a los judíos. La segunda onda alcanzó a los gentiles. Hubo más ondas que llegaron hasta nosotros . Son ondas de amor y de luz, que emanan de la piedra que es Cristo y llegan hasta nuestra orilla.

2. En nuestras vidas siempre hay alguna estrella que nos guía hacia Belén. ¿Estamos dispuestos a escuchar su llamada a entrar en el reino de Dios y su justicia?

3. Los Reyes Magos adoraron al Niño y le ofrecieron oro, incienso y mirra. ¿Qué le ofrecemos al Niño Jesús? ¿A quién adoramos nosotros?

4. Herodes quiere matar al Niño, y los sumos sacerdotes y letrados no se interesan por el Niño ni se ponen en marcha para adorarlo. Esto es lo que encontrará Jesús a lo largo de su vida: hostilidad, rechazo e indiferencia en los representantes del poder político y en los dirigentes religiosos. Sólo lo acogerán quienes buscan el reino de Dios y su justicia.

CMS Trigueros

miércoles, 4 de enero de 2012

CLAUSURA BICENTENARIO AÑO JUBILAR EN AITONA


Hace justo un año, inaugurábamos el Año jubilar en la Eucaristía de la apertura del Bicentenario del nacimiento del Padre Palau en la Catedral de Barcelona.

Hemos asistido a muchos actos conmemorativos durante este año y como no podía ser de otra manera, también estuvimos presentes en la clausura del mismo.

El jueves 29 de diciembre salimos en autocar, desde Barcelona un grupo de hermanas, miembros del CMS, profesores y laicos vinculados a las Carmelitas Misioneras hacia Aitona. Donde celebramos, a las 19 horas, en la iglesia parroquial de San Antolín de Aitona, la clausura del Año Jubilar Palautiano con motivo del bicentenario del nacimiento del beato Francisco Palau i Quer (1811-1872)

La Eucaristía solemne estuvo presidida por Mons. Joan Piris, obispo de Lleida, y concelebrada per Mons. Joan-Enric Vives, Arzobispo de la Seu d'Urgell, el P. Agustí Borrell, provincial de los Carmelitas Descalzos de Cataluña y Baleares, y una treintena más de sacerdotes diocesanos y religiosos.

Religiosas de las dos congregaciones fundadas por el Padre Palau encabezadas por sus respectivas superioras generales, hermanas de otras congregaciones, autoridades municipales y de la vida civil, miembros del Carmelo Misionero Seglar, junto a un numeroso grupo de laicos, llegados desde diferentes localidades, donde las hijas espirituales del P Palau ejercen su labor, llenábamos la iglesia parroquial donde fue bautizado Francesc Palau.

El amor a la Iglesia es el centro de la espiritualidad palautiana y también fue el centro de la eucaristía de acción de gracias. Fue una celebración sencilla y emotiva.

Este año jubilar también ha sido un año solidario, se ha recaudado más de 150.000€ para el proyecto en favor de Haití, que se destinaran a centro para la fabricación de prótesis y atención a personas que han sufrido la amputación de sus miembros. Al finalizar las Superioras Generales de ambas congregaciones agradecieron el apoyo y la cercanía recibida en este año jubilar.

Finalmente el ayuntamiento nos obsequió con un chocolate calentito y un trozo de coca para entrar en calor y de vuelta hacia Barcelona.

CMS BADALONA