viernes, 16 de septiembre de 2011

XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 20, 1-16:

¡Qué atípico es Dios!


Atípico en cuanto que, su bondad, es ilimitada, va contracorriente. Raro, o extraño, en cuanto que su forma de proceder deja, nos deja, desconcertados a todos aquellos que solemos ofrecer o repartir en la medida que nos dan.

En muchos lugares nos disponemos a iniciar el curso pastoral. ¿Seremos capaces de sentirnos llamados a la tarea que Jesús, o en su nombre la Iglesia, nos encomienda? ¿No miraremos con el “rabillo del ojo” a aquellas personas que, haciendo menos que nosotros, tal vez gozan de un reconocimiento mayor?

El curso pastoral es un escuchar, por activa y por pasiva, de los labios de Jesús: “id también vosotros a mi viña”. Porque, un fallo que podemos tener como creyentes, es creer que estamos en movimiento (trabajando en la viña del Señor) cuando en realidad estamos demasiado acomodados en las plazas de nuestro propio bienestar, grupo o una espiritualidad determinada. ¿Es así? ¿De qué plazas –o cotos cerrados- tendríamos que salir para sentirnos, con todas las consecuencias, llamados a cuidar y hacer crecer con vigorosidad la parcela del Señor?

.- En este domingo tenemos que dar gracias a Dios por muchísimas razones:

- Primero: se ha fijado en nosotros. Podría haber pasado perfectamente de largo. Pero, desde el día de nuestro Bautismo, fuimos injertados en El y, desde entonces, intentamos amarle, seguirle y servirle con todas nuestras fuerzas.

-Segundo: nos ha llamado para algo. Nadie de los que estamos en esta Eucaristía puede decir aquello de “yo no valgo para nada”. Todos podemos hacer algo por ese Alguien que es Jesús. Todos tenemos un puesto, un carisma. En la Iglesia no existe el paro. Quien se encuentra parado es porque prefiere vivir cómodamente, al amparo de lo que otros tantos agentes de pastoral o hermanos nuestros realizan.

-Tercero: nos envía a cuidar lo más sagrado. En tiempos de sequía es cuando, el agua, más se valora. Hay una viña que todos hemos de cuidar con pasión y con interés: la fe. La oración, la escucha de la Palabra de Dios, la caridad… hacen que nuestra viña, la fe, sea rica y fuerte.

Demos gracias a Dios de todo corazón. Porque, a pesar de ser tan especial –a la hora de entender la justicia, el reparto de su bondad, etc.- sabemos que somos unos privilegiados por haber sido tocados, llamados y enviados por El.

Muchos de nosotros, inconscientemente, tratamos de hacer un contrato con Dios. Vea si algunos de estas condiciones concuerdan con su manera de pensar:

¿Tiene usted un "contrato" con Dios?
En nuestro mundo caído, no podemos confiar en que todo el mundo cumplirá su palabra; por esto son necesarios los contratos. Pero Dios no actúa de esa manera (Isaías 55:8, 9; Números 23:19); Él quiere dar y bendecir con abundancia. Sin embargo, no se dejará obligar por un contrato.

CONTRATO CON DIOS
Sección 1: Dios, ve si puedes cumplir con esto (antes de que yo haga lo que Tú quieres).

1. Si Tú me das una explicación aceptable del porqué permites que a la gente buena le sucedan cosas malas, yo consideraré si te recibo o no como Salvador.
2. Si Tú curas a mi
ser amado, confiaré de nuevo en Ti.
3. Si me sacas de mi situación actual, ¡nunca volveré a hacerlo!
Sección 2: Obligación (Estoy haciendo lo que Tú quieres, y por eso deberás bendecirme de la manera que yo quiero.)

1. He estado diezmando, pero Tú todavía no me has aumentado el sueldo.

2. He estado asistiendo a la iglesia con regularidad, pero mi vida no se ha vuelto más fácil.
3. He estado involucrado en
la pastoral con los solteros, pero no me has dado un cónyuge.
Sección 3: Conveniencia (Si el servir encaja de manera perfecta con mi vida, entonces te serviré.)
1. Si no llueve el domingo (y si me levanto a tiempo), iré entonces a la iglesia.
2. Si no estoy demasiado ocupado, y si no tengo nada más qué hacer, entonces te serviré en la iglesia, siempre y cuando eso no me exija demasiado tiempo.
3. Si un servicio de la iglesia me resulta atractivo, entonces asistiré.
Sección 4: Rompimiento o interrupción del contrato
En cualquier caso, si no estoy 100% satisfecho en todas las áreas de mi vida, me reservo el derecho de enojarme contigo y de ignorarte. Sin embargo, aun así estarás obligado a este contrato y tendrás la responsabilidad de cumplir con todas las estipulaciones del mismo, como también con cualquier cosa que yo pueda haber omitido o pasado por alto.

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