sábado, 4 de junio de 2011

La Ascensión del Señor

El evangelio de san Mateo, que se lee hoy en misa, termina diciendo: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28,21). Es impresionante constatar que san Mateo comenzó su evangelio casi de la misma manera, presentando a Jesús como el Enmanuel, “Dios con nosotros” (Mt 1,23). Efectivamente, durante su vida mortal, Jesús fue la presencia de Dios en el mundo y después de su ascensión lo sigue siendo. Él es siempre la presencia cercana y amorosa de Dios entre los hombres, el camino que nos lleva al Padre, la puerta del paraíso.

Su ascensión es nuestro triunfo, ya que Él ha entrado en el cielo con nuestra naturaleza humana y nos ha abierto el camino que estaba cerrado a causa de nuestros pecados. Desde entonces, la puerta sigue abierta y todos los creyentes tienen acceso a la vida de Dios. Los místicos son testigos de que es posible atravesar esa puerta, incluso durante esta vida mortal, aunque sea de manera temporal e imperfecta. San Juan de la Cruz, por ejemplo, canta:

Entréme donde no supe

y quedéme no sabiendo,

toda ciencia trascendiendo.

Yo no supe dónde entraba,

pero cuando allí me vi

sin saber dónde me estaba

grandes cosas entendí.

No diré lo que sentí,

que me quedé no sabiendo

toda ciencia trascendiendo.

De paz y de piedad

era la ciencia perfecta,

en profunda soledad

entendida vía recta.

Era cosa tan secreta

que me quedé balbuciendo

toda ciencia trascendiendo.

Y si lo queréis oír

consiste esta suma ciencia

en un subido sentir

de la divinal esencia.

Es obra de su clemencia

hacer quedar no entendiendo

toda ciencia trascendiendo.

Para quienes quieran profundizar en el origen y en la liturgia de la fiesta de la ascensión, les envío el enlace de la reflexión que escribí el año pasado sobre el tema. Basta clickear en:

http://www.caminando-con-jesus.org/CARMELITA/ESDM/ASCENCION.htm


P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

3 comentarios:

Javier y Conchita dijo...

Jesús ha trascendido a las limitaciones de este mundo,con El todos los hombres que creen trascienden porque somos su cuerpo, nos da la gracia de llevar a cabo su misión, a través de sus discípulos su presencia se hace presente.
Jesús nos da el testigo para extender la Buena Noticia a todo el mundo, nos corresponde a nosotros mantener viva nuestra fe, gozando por el bien del amado.El nos envía la fuerza del Espíritu para no desfallecer, El está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

"partid frente a la aurora
salvad a todo el que crea
vosotros marcais mi hora
comienza vuestra tarea."
(Fray Luis)

CMS Trigueros dijo...

La Ascensión es la fiesta de la superación que nos transforma. Es el triunfo de las
fuerzas positivas, las que elevan a la persona, la libertad en plenitud, el amor superándose
a sí mismo. Nos “elevamos” según la energía que arde en nuestros corazones.
Te pedimos, Padre, que nos “levantes” del suelo, que levantes a cada comunidad
cristiana, convirtiéndonos en algo más que un grupo de amigos, y que la fuerza de tu
Espíritu nos dinamice y propicie nuestro crecimiento y elevación.


El Espíritu Santo siempre pide bien y debidamente
en el corazón de la Iglesia
Lu. V 84
F. Palau

CMS Trigueros dijo...

CUENTO PARA ORAR
Un día el rey Akbar se puso un disfraz y se fue a cabalgar por la capital de su reino para
ver cómo les iba a sus súbditos. Cuando se dirigía a una mina de oro, cerca de las afueras
de la ciudad, vio un hombre tamizando arena a un lado del camino. El rey desmontó y le
preguntó: “Mi querido amigo, ¿qué estás haciendo?”
El hombre le dijo: “Esto no es meramente arena. Hay partículas de oro mezcladas y por
eso tamizo la arena. Cuando encuentro las partículas de oro, las vendo y así es como me
gano el sustento”.
El rey sintió mucha piedad por este hombre que estaba trabajando tan duramente para
obtener unas partículas de oro que quizás hallaría o quizás no. Mientras el rey estaba
todavía a su lado, el hombre volvió a su tarea de tamizar; ya que estaba absorto en su
trabajo.
Cuando el hombre no miraba, el rey se sacó uno de sus preciosos brazaletes de oro, lo
echó en el montón de arena y se fue cabalgando. Al día siguiente, el rey cabalgó por el
mismo camino y de nuevo vio al hombre tamizando arena. ¡No podía creer lo que veían sus
ojos! Él le dijo: “Mi querido amigo, oí el rumor de que ayer encontraste un hermoso
brazalete de oro muy precioso. Tenía un gran valor. Podrías venderlo y obtener suficiente
dinero para cuidar de ti y de tu familia para el resto de tu vida. ¿Cómo es que todavía sigues
aquí?”
El hombre sonrió al amable forastero, sin saber que era el rey, y le dijo: “Mi querido
señor, yo realizo este trabajo constantemente. Debido a que lo hago constantemente ayer
mis esfuerzos dieron fruto y recibí un hermoso brazalete de oro tachonado de joyas. ¿Quién
sabe? Si continúo haciéndolo quizás reciba algo todavía más valioso. Por lo tanto debo ser
constante.