Bendita eres entre todas las mujeres
Tú, una mujer más entre las mujeres de tu pueblo. Y bendita como ellas, que atienden a la cotidianeidad de su casa sin más pretensión que solucionar las demandas y las necesidades de los suyos.
Bendita tú, que no aspirabas a ser madre y con tu "Sí" acogiste en tu seno a la creación entera.
Ayúdanos a desvelar en nosotros la capacidad de aceptar el milagro, a mostrar nuestro lado maternal con generosidad.
Ayúdanos a acoger a los demás en nuestro seno.
MARUJA
Vive en un bloque de pisos, un edificio enorme, en una ciudad también enorme. Tiene 52 años y tres hijos. Dos días a la semana va a limpiar a una casa. Su marido, Manolo, es un obrero. Sólo sabe trabajar para llevar dinero a casa. Todos los días, a la vuelta, pasa por la tasca del señor Mariano donde discute las incidencias del trabajo y, si es lunes, las del partido del domingo. Cuando llega a casa, entre el madrugón mañanero, los dos vinitos y la discusión del bar, ya no tiene nada que decir. Se desfonda en el sillón y, antes de que esté la cena, se queda dormido. Ésa es su vida desde hace años.
Maruja se levanta a ponerle el café y a prepararle el almuerzo, que se lleva al trabajo. Después se queda sola. Bueno, los chicos están en casa: la pequeña, Vanesa, todavía va al instituto y es la siguiente en levantarse; José y Manolito no tienen muchos motivos para levantarse pues están en el paro. El mayor trabajaba en un banco y, con la reducción de plantilla, lleva un año sin encontrar nada. Y el otro, quitando los veranos, de camarero, y repartiendo propaganda cuando no le queda más remedio, no tiene nada que hacer.
Ella no entiende nada. Ve la desilusión de sus hijos y la falta de motivaciones para vivir. No fueron unos magníficos estudiantes en el instituto, pero sacaban sus cosas y nunca dieron que hablar. Son buenos chicos y se llevan bien con todo el mundo. A ella le desespera verlos enfrente de la tele, aunque comprende que es una forma de matar el tiempo. Ella sólo fue a la escuela cuando era pequeña. Sabe leer y escribir y las cuatro reglas. No entiende por qué sus hijos, habiendo estudiado, no consiguen tener una oportunidad.Los días trece de cada mes se va con su vecina Paqui hasta santa Gema a pedir que les salga trabajo a sus chicos. Sus chicos siguen sin trabajo, pero Maruja reconoce que ella no está tan mal comparada con Paqui y da gracias a Dios porque ninguno de sus hijos está enganchado a la droga y no les falta salud.Te llamamos "maruja" con desprecio. Tú sabes que para Dios no eres despreciable. Ni tú, Maruja, ni ninguna otra mujer como tú.
Bendita tú eres entre las mujeres...
Porque sin comprender, asumes tu vida y la de los tuyos.
Porque aceptas que eres el pilar de tu hogar.
Porque conquistas cada mañana el día que llega y al final de éste sabes valorar y dar gracias por lo que tienes.
BENDITA TÚ ERES ENTRE LAS MUJERES.
Frase de la semana
Bendita eres: para Dios no hay nadie despreciable
Texto de la Escritura
Rut 1,1-22
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