¡Inténtalo!
XXIII Domingo del Tiempo Ordinario
SALMO RESPONSORIAL
Salmo 94: Invitación a la alabanza divina
OJALÁ ESCUCHÉIS HOY LA VOZ DEL SEÑOR: "NO ENDUREZCÁIS VUESTRO CORAZÓN"
¿Cómo vivirlo?
La mejor invitación a aclamar al Señor la hace nuestra vida, nuestra alegría, nuestra forma de servir a los demás. Es la mejor propaganda. Eso hacían los primeros cristianos: "A todos aman y de todos son perseguidos... Son pobres y enriquecen a todos. Carecen de todo y abundan en todo... Los vituperan y ellos bendicen... Se les injuria y ellos dan honra. Hacen bien y se les castiga como malhechores. Condenados a muerte, se alegran como si les dieran la vida" (Diogneto).
«Los Salmos en mi vida»
con estas bellas palabras, que deberíamos hacer nuestras: ¡Salmos, mis queridos salmos, pan cotidiano de mi esperanza, voz de mi servicio y de mi amor a Dios, alcanzad en mis labios vuestra plenitud: Queridos salmos, no envejecéis, sois la oración que no se desgasta. Asumís, en la fe, toda la experiencia humana. Si ocupáis este lugar en mi vida, es porque la expresáis ante Dios. . . Como la verdad, refrescáis los labios del corazón de quienes os cantan. Aceptad que se os resuma en dos palabras, de las cuales la segunda sólo se puede pronunciar en verdad cuando se ha dicho la primera
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