La fiesta de Nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre y en ella recordamos los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida, por haber aceptado ser la Madre del Salvador.
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares,
Evangelio: Jn 19, 25-27
Este día se acompaña a María en la experiencia de su profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los temerosos apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, que caminaba descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos. María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos.
Ahí está la Madre de los Dolores sufriendo con su Hijo. Ahora repite el Fiat que un día pronunció. Entonces le costó poco, ahora le cuesta mucho. Lo repite con un profundo dolor. "Mirad si hay dolor semejante a mi dolor". Pero lo repite con firmeza, de pie. Es la Reina de los mártires, la gran sacerdotisa de la humanidad. Ofrece al Hijo y se ofrece ella misma.
¿QUE NOS ENSEÑA LA VIRGEN DE LOS DOLORES?
La imagen de la Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida, encontrando en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufrimientos. Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en sacrificio (sacrum-facere = hacer algo sagrado). Esto nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo, uniendo nuestro sacrificio al de Cristo.
Fue cruel Simeón con aquella jovencita madre. ¿Por qué anticipar el dolor? ¿Por qué no dejarla disfrutar del gozo del nacimiento? ¿Por qué esta crueldad innecesaria?¿Por qué multiplicarle la tristeza anticipándola?" (Martín Descalzo).
Madre amadísima ten compasión de mí, reconcíliame con Jesús, tu divino Hijo; mantenme en su gracia y asísteme en mi última agonía, para que pueda yo encontrarte en el Cielo juntamente con el Hijo.
CMS Trigueros
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