La
solemnidad de San José en el interior de la Cuaresma, lejos de ser un
obstáculo, ayuda a encontrar un modelo de respuesta generosa a la
llamada de Dios. José es semejante a Abrahán en su fe sacrificada.
Hombre justo y
fiel a quien Dios
quiso escoger para ponerlo al frente de su familia; creyó contra toda
esperanza y en silencio cumplió la voluntad de Dios.
La
fiesta litúrgica del santo patriarca aparece en la Orden Carmelitana en
la segunda mitad del siglo XV. El Capítulo General del año 1680 elegía
por unanimidad a San José como protector principal de la Orden.
Pío IX lo declaró patrono de la Iglesia universal el año 1847 y Juan XXIII introdujo su nombre en el Canon romano.
El documento adjunto de la devoción de Sta Teresa a San José. Leer más
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