ABRIENDO PUERTAS AL ESPIRITU
Hola nos reunimos el sábado 11 de Junio a las 22 h, vivimos y compartimos, hasta las 0:00 h en la Iglesia Ntra. Sra. del Carmen, Trigueros
Hoy como hace 2000 años los discípulos de Jesús volvemos a recibir el don y la gracia del Espíritu Santo. Cada uno según sus disposiciones.
Fue una noche hermosa la Vigilia nos ayudó a tomar conciencia de lo importante de encontrarnos reunidos como Iglesia esperando la llegada del Espíritu. Los cantos, la alegría, el compromiso, la apertura de corazón y la oración nunca faltaron en la vigilia y eso, a mi parecer, solo significa una cosa… el Espíritu Santo descendió nuevamente sobre su Iglesia reunida en el nombre del Padre, del Hijo y del mismo Espíritu Santo.
Todos nuestros miedos e impedimentos para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas fueron ofrecidos al Señor La Vigília de Pentecostés, es un particular momento para encontrarnos como Iglesia y celebrar unidos este gran acontecimiento.
ESQUEMA
En clima de oración, con gestos de apertura y alabanza... oramos con la Prosa del Espíritu Santo. Con este texto Francisco Palau empezaba las clases en la Escuela de la Virtud. (Le llama prosa por tratarse de una adaptación que él mismo hizo de la “secuencia” de la Misa de Pentecostés).LECTURA DE LA PALABRA: Juan (20,19-23)
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo….Escuchemos la voz del Espíritu
Puertas cerradas
Puertas cerradas para aislarte, protegerte y defender tus intereses.
Puertas cerradas por miedo o por comodidad, por orgullo propio o desidia.
Puertas cerradas a tantos anhelos deshojados de muchos que acudieron a ti.
Cerrojos echados a los que pensaron diferente y cuestionaron tradiciones.
Candados cerrados a los que asumieron el riesgo de abrir horizontes nuevos.
El Espíritu abre las puertas al mundo
Sumergidos en el río del Espíritu, queremos escuchar su voz para abrir las puertas de la Iglesia al mundo y a la sociedad:
Soy el viento de Pentecostés; soy la fuerza del Evangelio revestido de libertad. A ti me dirijo, Iglesia de ayer y de hoy, no te cierres a mi voz
El Espíritu abre las puertas a los pequeños
Acojamos de nuevo la voz del Espíritu, que nos urge a abrir las puertas a los pequeños y marginados:
¡Soy el viento de Pentecostés, que siempre actúo en lo pequeño y frágil para mostrar a todos la grandeza de Dios.
Soy la fuerza que mueve a la Iglesia a ponerse del lado de los que padecen y lloran, de los que viven en carne propia el peso de la injusticia del mundo.
El Espíritu abre las puertas a la alegría
Acojamos la voz del Espíritu, que nos invita a abrir las puertas a la alegría:
¡Soy el viento de Pentecostés, que escruta lo secreto de vuestro corazón y el alma oculta de la Iglesia toda. Han fabricado un Dios triste, un Cristo triste…Han levantado una Iglesia triste y un cristianismo sin chispa.
El Espíritu abre las puertas a la diversidad
Acojamos de nuevo la voz del Espíritu, que nos urge a abrir las puertas a la diversidad: Soy el viento de Pentecostés, que engendro, admiro y defiendo la diversidad! Me gusta el pluralismo, la variedad, la comunión en la diferencia…Mi soplo une, pero no unifica. De mi soplo nació no uno, sino cuatro evangelios, para no encorsetar la riqueza de Jesús, para no apagar la riqueza de interpretaciones.
El Espíritu abre las puertas a la misión
Gracias al viento del Espíritu, han quedado abiertas nuestras puertas. Iglesia abierta al mundo, a la diversidad, a los pequeños, a la alegría ¿Queda alguna puerta por abrir…?
Soy el viento de Pentecostés, que vuelve a rugir con fuerza. Veo desde lo alto los grupos y comunidades, y percibo las inercias y deterioros de su caminar. Soy consciente de lo mucho que les cuesta ser sal, luz y fermento en la masa.
Ven Espíritu Santo y defiéndenos del riesgo de olvidar a Jesús. Atrapados por nuestros miedos e incertidumbres, no somos capaces de escuchar su voz ni sentir su aliento. Despierta nuestra adhesión pues, si perdemos el contacto con él, seguirá creciendo en nosotros el nerviosismo y la inseguridad. Si cada uno de nosotros no cambia, nada cambiará en su Iglesia.
Rosa CMS Trigueros
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