El P. Palau vivió con pasión su consagración. Aunque las revoluciones y exclaustraciones del momento prohibieron la vida religiosa, conservó siempre su espíritu carmelitano, enseñándonos que se puede ser Carmelita Descalzo también fuera del convento. Por su fidelidad a Cristo, sufrió persecuciones, malos tratos, cárcel y destierros.
Hombre profundamente contemplativo, se retiraba a vivir en la soledad de una cueva, tanto en el sur de Francia, como en Aytona – su pueblo – o Ibiza. Como el profeta Elías, en el silencio orante, acariciado por la brisa suave del Espíritu, encontraba la fuerza para realizar su misión.
Profundamente apostólico, se consagró a predicar misiones populares, a la formación cristiana del pueblo, a la atención de los enfermos…
Encontró la plenitud de su vocación en el amor a la Iglesia, que es “Dios y los prójimos”. Amando a la Iglesia con pasión, amaba a Cristo, que es su cabeza y a los cristianos, que son su cuerpo. Como él, digamos: “vivo y viviré por la Iglesia. Vivo y moriré por ella”. Un abrazo y feliz fiesta.
Os mando el enlace de un video grabado por el P. Iván. Es una mini reflexión sobre el Beato Francisco Palau:
http://www.youtube.com/watch?v=fnvbfg0M4o8
Un abrazo para todos. Feliz día del Señor.
P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.
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