domingo, 1 de diciembre de 2013
EL ADVIENTO
La Iglesia, para comenzar el año litúrgico, celebra la
llegada de Cristo con los hombres con una gran fiesta a la cual llamamos
Navidad. Esta fiesta es tan importante para los cristianos que la Iglesia,
antes de celebrarla, prepara a sus hijos durante el período conocido como
Adviento. Ya desde tiempos remotos la Iglesia acostumbra tener esta
preparación.
La palabra Adviento, como se conoce este periodo,
significa "llegada" y claramente indica el espíritu de vigilia y
preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa
para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros,
durante los cuatro domingos que anteceden a la fiesta de Navidad, los
cristianos preparan su alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia
entre nosotros.
En este tiempo es muy característico pensar: ¿cómo
vamos a celebrar la Noche Buena y el día de Navidad? ¿con quién vamos a
disfrutar estas fiestas? ¿qué vamos a regalar? Pero todo este ajetreo no tiene
sentido si no consideramos que Cristo es el festejado a quien tenemos que
acompañar y agasajar en este día. Cristo quiere que le demos lo más preciado
que tenemos: nuestra propia vida; por lo que el período de Adviento nos sirve
para preparar ese regalo que Jesús quiere, es decir, el adviento es un tiempo
para tomar conciencia de lo que vamos a celebrar y de preparación espiritual.
Durante el Adviento los cristianos renuevan el deseo
de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la generosidad y la
caridad con los que nos rodean, es decir, renovarnos procurando ser mejores
nuestra vida para recibir a Jesús.
La Iglesia durante las cuatro semanas anteriores a la
Navidad y especialmente los domingos dedica la liturgia de la misa a la
contemplación de la primera "llegada" de Cristo a la tierra, de su
próxima "llegada" triunfal y la disposición que debemos tener para
recibirlo. El color morado de los ornamentos usados en sus celebraciones nos
recuerda la actitud de penitencia y sacrificio que todos los cristianos debemos
tener para prepararnos a tan importante evento.
La familia como Iglesia doméstica procura reunirse
para hacer más profunda esta preparación. Algunas familias se unen para orar en
torno a una corona de ramas de hojas perennes sobre la cuál colocan velas que
van encendiendo cada domingo. En otros lugares se elabora un calendario en el
cuál se marcan los días que pasan hasta llegar al día de Navidad. En algunos
países como México familiares y amigos se reúnen para celebrar las Posadas
rezando el rosario, recordando el peregrinar de María y José para llegar a
Belén. En todas estas reuniones el sentido de penitencia y sacrificio se
enriquece por la esperanza y el espíritu de fraternidad y generosidad que surge
de la alegría de que Dios pronto estará con nosotros.
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